TEXTO: CECILIA CALDERÓN
FOTOS: CLAUDIO JIMENO
Andrea Cervantes Prieto y Juan Diego Hernández de Obeso se conocieron en una blind date organizada por sus mejores amigos, Renata Casillas y Luis Miguel Orozco, quienes ahora son sus padrinos de boda. La cita fue en el boliche y fue amor a primera vista, ya que sólo pasaron tres semanas para que se hicieran novios porque Andrea se iba en 2 meses a Camboya de voluntaria y Juan Diego no quiso que se le fuera sin que le dijera que sí.
Vivieron un noviazgo de lejos alrededor de 5 meses y cuando llegó ya jamás se soltaron, después de 4 años el novio organizó una cena en un roof top donde le hizo la pregunta más importante a la cual ella no dudó en decirle que sí. Ese lugar también fue testigo de su boda civil donde estuvieron sólo sus familiares y sus seres queridos.
Nos platican que durante el proceso de la boda religiosa vivieron varias etapas desde el confinamiento, la apertura de salones, el botonazo y recorte de aforo. Al final les tocó realizar una boda pequeña y recortar algunos invitados con todo el dolor de sus corazones pero si algo les enseñó la pandemia fue volver a la raíz del por qué hacían ésto: el amor que se tienen y el proyecto de empezar a construir juntos. Su luna de miel fue un road trip por Baja, comenzando por Los Cabos, luego glamping en La Ventana, recorrido en La Paz por Balandra, la Isla del Espíritu Santo, Pichilingue, Todos Santos y terminaron en San José del Cabo.
Sociales / Boda
Empieza la aventura
Highlights
Boda de Andrea y Juan Diego.
Mansión Magnolia.
130.
TEXTO: CECILIA CALDERÓN
FOTOS: CLAUDIO JIMENO
Andrea Cervantes Prieto y Juan Diego Hernández de Obeso se conocieron en una blind date organizada por sus mejores amigos, Renata Casillas y Luis Miguel Orozco, quienes ahora son sus padrinos de boda. La cita fue en el boliche y fue amor a primera vista, ya que sólo pasaron tres semanas para que se hicieran novios porque Andrea se iba en 2 meses a Camboya de voluntaria y Juan Diego no quiso que se le fuera sin que le dijera que sí.
Vivieron un noviazgo de lejos alrededor de 5 meses y cuando llegó ya jamás se soltaron, después de 4 años el novio organizó una cena en un roof top donde le hizo la pregunta más importante a la cual ella no dudó en decirle que sí. Ese lugar también fue testigo de su boda civil donde estuvieron sólo sus familiares y sus seres queridos.
Nos platican que durante el proceso de la boda religiosa vivieron varias etapas desde el confinamiento, la apertura de salones, el botonazo y recorte de aforo. Al final les tocó realizar una boda pequeña y recortar algunos invitados con todo el dolor de sus corazones pero si algo les enseñó la pandemia fue volver a la raíz del por qué hacían ésto: el amor que se tienen y el proyecto de empezar a construir juntos. Su luna de miel fue un road trip por Baja, comenzando por Los Cabos, luego glamping en La Ventana, recorrido en La Paz por Balandra, la Isla del Espíritu Santo, Pichilingue, Todos Santos y terminaron en San José del Cabo.
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